Tercera meditación en forma de relato: sobre el barbudo, el multiverso, la probabilidad y el sacrilegio.
El barbudo
"Al principio,
yo cree el cielo y la tierra". Ok, le dije.
Me dijo que su nombre
era Bernard Shaw.
No recuerdo cuánto tomé.
Hablamos de García
Márquez y la teoría del multi-verso. Yo nunca había leído cien años de soledad,
porque creía que me iba a llevar cien años leerlo. Yo no sabía del multi-verso,
pero escuchaba los múltiples versos que salían de la boca del barbudo. Yo era
sólo un borrachín más.
Estaba a unos metros de
ser uno de esos que ves tirado en la calle.
No había nada interesante en la vida. El mundo se deshacía.
Nadie me necesitaba. Nadie. Quizás, yo...
Nadie.
Había comenzado a
frecuentar un bar, primero con la excusa de observar, de analizar sociológicamente
vaya a saber qué.
Observé, estábamos
en universos paralelos. Me cansé. Entré.
Pensé que cada
acto, cada movimiento, cada pensamiento generaba algo. Todo era probabilidad.
Si no hacía nada, de todos modos, algo iba a suceder.
Recuerdo que
pensaba en el tiempo perdido. Había perdido el reloj. Recuerdo que no podía
dejar de pensar. Pedí una Brahma. Pensé que me iba a tomar al dios hindú y eso
me levantó el ánimo.
Tomé varias.
Hice sacrilegio
hasta las cuatro de la mañana. Me quedé sin un mango. Entonces llegó él barba.
Los saludó a todos,
los conocía. Yo era un novato. Él me preguntó si era policía. Le dije que se
fuera al carajo.
Era un tipo listo.
Mal aspectado. Se rió.
Al rato, se disculpó.
Me invitó un trago. Quería sacarme información. Comenzó a recitar pasajes de la
biblia. Me dijo que era Bernard Shaw.
Yo no sabía nada de
mecánica cuántica, pero comprendía que cada acción que hacía tenía un
resultado. Una reacción, que le dicen.
Entonces vi todas
las posibilidades. Vi todos los universos posibles. Vi el multi-verso.
Dios sabe cuánto me
olvidé de él en ese momento. Él barba leyó mi pensamiento. "Al principio, yo cree el cielo y la
tierra". Me dijo.
No le creí. Era un
truco. Algo quería sacar. Tenía varias posibilidades. Irme, quedarme, romperle
la botella en la cabeza y decirle que la rima cerveza y cabeza había sido más
fuerte que yo. Había varios tipos. Yo quería pelear. Por las injusticias del mundo.
Porque, según Parménides, un mundo es "un ser" y yo era un mundo y
era muy injusto y quería pelear por él. Por mí.
No sé cuanto
bebí.
Entonces, escuché al barba decir, "en verdad os digo que alguno de ustedes me
traicionará". Me miró.
Me levanté como
pude. Hice caer un vaso de cerveza a propósito encima de mí. Hice como que iba
a pedir una rejilla y salí.
Fui a la estación.
Tomé un tren. No recuerdo nada del viaje. Estaba en la puerta de mi casa, ya
era de día. Estaba vivo. Todo había sido una probabilidad.